Carlos González Acosta
11J Día de la Libertad
Lo que voy a narrar de ese día fue una de las experiencias más lindas y más liberadoras que he tenido. Estoy consciente de la magnitud de la represión, la violencia y la injusticia que se generó en muchas partes de Cuba, y espero que me perdonen los afectados por catalogar así a mi experiencia. A pesar de eso, estoy orgulloso de haber estado, eso nadie me lo puede quitar. Después de ver los videos y la información de que se estaban dando manifestaciones en varias partes del país, a eso de las 2 y pico de la tarde, sin haber almorzado nada, decido ir a casa de un amigo que vive en Centro-Habana para ver cómo estaba el clima por allá.
Llegando a San Lázaro, para suerte mía, veo venir un grupo de cuarenta y pico muchachos jóvenes gritando cosas y caminando rumbo a La Habana Vieja, y decido sumarme a ellos. Rápidamente me monto en ese tren y me uno a gritar con ellos. Dentro del grupo identifiqué a un conocido, al cual me dio tremenda alegría ver. Caminamos por las entrecalles de Centro Habana rumbo a Galiano gritando demandas como: "¡Libertad!", "¡No tenemos miedo!", "¡Patria y Vida!", "¡Libertad para los presos políticos!", "¡Medicamentos!", "¡Comida!", etc. Las personas en los balcones nos miraban y gritaban cosas dándonos su apoyo, nos filmaban con sus celulares. Sólo vi un par de casos que gritaron a favor de la "Revolución". Por toda la calle Neptuno se nos sumaban más y más personas, y teníamos que esperar para hacer una masa más compacta y para protegernos de la policía que ya estaba cerca por momentos. También nos seguía desde San Lázaro un agente de la Seguridad de Estado (SE), que estaba todo el tiempo llamando por teléfono, y estuvo filmando en varias ocasiones. Era una multitud de personas a las que se sumaban otras a pie y conductores de motos que pitaban. En una ocasión pasó una guagua que nos pitó en señal de apoyo. Por el trayecto divisamos a la policía, que trataba de limitar el movimiento y de fragmentar en grupos a la masa de personas. Se respiraba un aire de libertad, de espontaneidad, de unión entre todas las personas en pos de exteriorizar libremente nuestro descontento y reclamos, como nunca lo habíamos hecho ni experimentado. Cuando llegamos a Galiano, fue tremenda la sorpresa al ver otra multitud de gente, al encontrarnos todos gritamos de euforia. Allí también la policía nos limitó el movimiento y no nos dejó ir hasta el malecón. En ese momento también sucedieron más altercados con la policía y hubo más pedradas. Llamamos a la tranquilidad, a no dejarse provocar y a estar pacíficos, pero el ánimo de algunas personas parecía estar caldeado por la actitud de limitación de movimiento de la policía. En ese momento vi a personas de todas las edades, la mayoría jóvenes, habían mujeres, mucha gente que no dejaban de mostrar su descontento hacia al gobierno. Caminamos por todo el Bulevar de San Rafael y gritamos: "¡Libertad para Luis Robles, Libertad para Esteban Rodríguez, Libertad para Maikel Obsorbo!", "¡Libertad para los presos políticos! Podías sentir la energía poderosa de la unión de todos en ese momento.
Salimos al Parque de la Fraternidad, y todo el tiempo nos trataron de desviar del Parque Central y del Capitolio. Bordeamos el parque muy cerca del Capitolio y la policía seguía tratando de impedirnos el paso, ya cuando nos encontrábamos por la calle Monte tratamos de dirigirnos camino a Jesús María o San Isidro, pues la idea al parecer era hacer visible la protesta por toda las calles de la Habana y que se sumarán más personas. En ese momento se producen más incidentes entre los policías y los manifestantes, pero no estuve cerca como para saber qué parte empezó los enfrentamientos. Aprovecho para pedir agua a una señora en una casa, pues tenía sed y no llevaba nada de agua. La señora me brinda un vaso y me pregunta qué pasaba; cuando le digo, la expresión de ella es una mezcla entre miedo y asombro. Le doy las gracias y en ese momento pienso si marcharme o quedarme un poco más a ver. Opto por la primera.
Salgo de nuevo al parque, y hay un señor sin camisa con unas malformaciones en la barriga, que está gritando y protestando contra el gobierno, y está rodeado por un numeroso grupo de personas. Después de eso, se suceden varias detenciones alrededor mío, una muchacha que estaba junto a mí al principio de la manifestación me saca de ahí, como para cuidarme. De repente, en medio de esa vorágine de cosas, tomándome por sorpresa, sale de la nada el agente de la SE que estaba siguiéndonos desde el principio y dice: "Deténgalo, que él estaba gritando junto a los manifestantes". Dos policías me agarran para ponerme las esposas, hay un bicitaxi al cual me pego y trato de que no me pongan las esposas. Uno de los policías me aplica una llave por el cuello. Hay personas mirándo a mi alrededor y grito: "¡Ayúdenme!". Casi me asfixian hasta que alguien le dice al policía que pare. Me sueltan y me siento en la calle por unos minutos para coger aire. Se acerca un muchacho con pinta de rockero que le dice a los policías: "Espere un momento oficial, mire qué blanco está, los labios están pálidos, déjelo respirar". Se acuclilla para verme y me dice: "Tranquilo, ve con ellos, al final ya a esto le queda poco". Y se va. Al rato me levantan par de personas vestidas de civil que van a ambos lados de mí para llevarme a una patrulla. Uno de ellos llevaba un pulover con el emblema de ETECSA. Me imagino que eran de la Seguridad de Estado. Me preguntan como estaba, si ya me sentía mejor, yo les digo que estoy bien, pero que por poco me asfixian. En eso, uno me pregunta: "¿Ven acá quién planeó esto? ¿Quién es el cabecilla de esto?... porque esto tiene que haber venido de allá de Estados Unidos". Yo le dije que no, que para mí eso se había creado espontáneamente, que la gente se había unido en ese momento, que por qué no eran capaces de entender eso. Él me responde: ¿Espontáneo? ¡Espontáneo es eso que viene por ahí! Y me señala la contramanifestación revolucionaria, un grupo reducido de personas con banderas en apoyo al gobierno (conformado por personas que los han sacado obligados y contra su voluntad de su centro trabajo, simpatizantes del gobierno y militares vestidos de civil) que venían avanzando por la calle frente al Capitolio. Entonces me dice el otro: ¿Qué tal si ahora te soltamos delante de toda esa gente? ¿Qué tú haces? Y yo le digo: Será para que me maten esa gente a golpes ¿no? ¿Eso es lo que quieren ustedes? Y me contesta: No, no, tranquilo. Y llegamos a la patrulla.
Mientras espero en la patrulla ya esposado, veo como arrestan también a la muchacha que me había ayudado. Después montan dos personas más al lado mío. El del lado izquierdo tiene una herida profunda en su frente, que se tapa con un pañuelo por la sangre. Le digo al chófer de la patrulla que tiene que llevar a ese muchacho a un hospital. Nunca me responde. Vamos directo a la estación policial de Zanja.
Al llegar no supe más de esa persona. Me quitan mis pertenencias: mis llaves, mi celular, mi sombrero, un menudo que llevaba, incluso se me había olvidado que llevaba conmigo la libreta de abastecimientos de mi casa. Me entran a un calabozo de alrededor de 20 mts cuadrados en el que ya habían varias personas. Estimo que eran las 4 y pico de la tarde, pero no estoy seguro. Dentro de la estación de Zanja pude ver la magnitud de las protestas, y la dimensión que había tomado todo aquello. La estación estaba repleta de detenidos, a un lado de mi calabozo habían mujeres, y del otro lado había también una jaula que tenía cantidad de personas hacinadas. En el calabozo donde estuve llegaron a acumularse cerca de 70 personas que fueron entrando poco a poco. Vi personas golpeadas en la cara, con los ojos hinchados y morados, un joven que se quejaba de que le dolían las costillas, una persona sin zapatos, personas sin nasobuco. La mayoría en mi calabozo eran jóvenes, pero vi como 4 personas mayores y un joven de 18 años. Dentro todavía había euforia y se gritaba: ¡Libertad, Patria y Vida, y Díaz-Canel singao! También se cantó el Himno Nacional, aplaudíamos al que entraba y se conversó muchísimo sobre la crítica realidad y la crisis que estaba viviendo el país. Un muchacho trataba de calmar los ánimos para que no se siguiera gritando, con la idea de que al estar tranquilos a lo mejor se podía salir de ahí lo antes posible, pero era por gusto porque cada persona que entraba se ponía a gritar y embullaba a los demás. Había también momentos en que la bulla comenzaba en otra celda y nosotros nos uníamos. En ocasiones, alguna persona que gritaba era sorprendida por un oficial que enseguida lo sacaba del calabozo, sin enterarnos de qué pasaba con esa persona. Existió un momento en que sorprendieron a uno y tratamos de impedir que se lo llevaran, nos unimos todos por los brazos haciendo una muralla, resistimos un rato hasta que por una orilla pudieron sacarlo, y no supimos más nada de él.
Estando allí reconocí a par de conocidos: uno venía con un par de extranjeros que también apresaron, los sacaron al rato y los enviaron directamente a Emigración; él se quedó, no supe de su suerte porque salí antes que él. La otra persona la vi en la manifestación ese día, tampoco supe noticias de él. En una ocasión hablamos sobre la idea de negarnos a hablar con la policía y seleccionar entre nosotros un portavoz de todos los que estábamos ahí para que todos saliéramos juntos, para impedir cualquier medida individual por separado. Esa propuesta no prosperó. Se dieron momentos en que sospechamos que dentro del calabozo habían dos o tres de la SE, argumento posible, pero difícil de corroborar. El ambiente del calabozo se filmó a escondidas en par de momentos, gracias a un muchacho que pudo entrar su celular escondido. Con él le pude enviar un SMS a mi madre diciéndole de que estaba en Zanja. Uno a uno fueron llamando a cada uno para interrogarnos, algunos viraban al calabozo y otros no, sin saber ninguna información de ellos.
Me llaman y salgo hacia una oficina donde me interrogan una oficial y un teniente coronel. Toda la interrogación se basa en que si estuve en la manifestación protestando. Yo digo que sí, y que para mí eso no es delito, porque es un derecho humano el manifestarse pacíficamente como fui a hacerlo. La oficial dice algo como que "ustedes dicen todos lo mismo y eso no es así". Entablo un breve debate con ella que es terminado por el Teniente Coronel. Me da a firmar un papel donde se me acusa de "Desorden público" y me dice que voy a ser detenido y trasladado con motivo de un proceso investigativo. Le pregunto hacia dónde y me dice que se me informará.
Me meten en el calabozo, y al rato me llaman. Me despido de los muchachos en el calabozo. Me devuelven mis pertenencias, menos el celular y mi carnet que se lo dan al oficial que me pone las esposas. Pregunto a dónde me llevan y me dicen que a 100 y Aldabó, le digo que si eso será por tres días, y él me dice que sí. Le pregunto que si podía antes llamar a mi casa para informarle a mi madre. Me responde que cuando llegue le diga a la instructora que me va atender que me permita llamar. Vamos camino hacia una "guasabita" (un pequeño y rústico ómnibus) en la que están ya 7 personas, entre ellos un muchacho super joven y con pinta de ser muy noble, que se queja porque él simplemente estaba grabando con su cámara, y en el medio de todo eso se le había perdido. Serían cerca de las 12 y cuarenta de la noche, cuando arranca la guasabita hacia su destino.
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